El jueves, Aryna Sabalenka venció a la búlgara Viktoriya Tomova en un partido de 6-3 y 6-0 que duró tan solo 58 minutos. Sabalenka, con una excepcional visión de la pelota en la pista del Hard Rock Stadium, ganó seis de los siete juegos de saque de Tomova.

El sábado, Sabalenka se enfrentará a la jugadora de la previa Elena-Gabriela Ruse en un partido de tercera ronda. Ruse venció a Magdalena Frech por 6-4 y 6-4. Será su primer enfrentamiento.

Ha sido una temporada impresionante para Sabalenka, aunque no exenta de frustraciones. Tiene un sólido récord de 18-4 (solo Mirra Andreeva tiene más victorias) y ha aumentado su ventaja sobre Iga Swiatek, número 2 del ranking, a más de 2200 puntos. Tuvo un título al comienzo del año, en Brisbane, pero en los dos torneos considerados más prestigiosos, perdió en la final. Fue Madison Keys la que se impuso en el Abierto de Australia y, hace unas semanas, Andreeva, de 17 años, en Indian Wells.

“No me puedo quejar de mi temporada”, dijo Sabalenka a la prensa. “Claro, perdí dos finales importantes. Pero es solo una lección, no una derrota tan grande, para ser honesta. Siento que mi tenis mejora cada día.

“Claro, Miami, aquí solo hay una cosa que todas quieren: ganar el título. Espero poder jugar como lo hice en Indian Wells y mejorar en las finales. Mejorar poco a poco en las últimas etapas del torneo, quizás con menos estrés y más concentración en mí misma. Vamos paso a paso.”

¿La buena noticia? Miami es donde vive Sabalenka. Le encanta el ambiente, pero Sabalenka ha conseguido siete títulos WTA 1000, pero ninguno ha sido en Miami. Sus mejores actuaciones en cinco participaciones llegaron en 2021 y 2023, cuando alcanzó los cuartos de final.

El estilo audaz de Sabalenka le ha dado buenos resultados. Está trabajando en su 30.ª semana consecutiva como número uno. Eso sí, no le pidan que vea vídeos de sus partidos en YouTube.

"Me quiero a mí misma, pero no tanto", dijo, estallando en carcajadas. "No, no puedo verme, la verdad. Cuando me veo gruñendo, gritando, chillando, lanzando las raquetas, pienso: '¡Dios mío, esa soy yo!'".

De hecho, lo es, y seguirá siéndolo en el futuro previsible.